Al iniciarse el Servicio de Correos éste estaba dirigido por personas o entidades privilegiadas cuyo sistema de organización en muchas ocasiones era lento y su uso caro. Por aquel entonces, el destinatario era el que pagaba la carta al funcionario de Postas según lo que pesará y la distancia desde donde la habían enviado. Esto daba muchos problemas ya que la mayoría de las veces el que recibía la carta no se hacia cargo de ésta.
Por otro lado, la inagotable picaresca de la época inventó unas contraseñas que, los que enviaban las cartas, escribían en los sobres y transmitían las noticias sin tener la necesidad, el que la recibía, de abrir la carta. Así que cuando le entregaban la correspondencia al interesado, éste veía la contraseña y ya sabía de que trataba la carta devolviéndosela al cartero sin pagarla.
La solución a estos inconvenientes la encontró el inglés Rowland Hill (1.795-1.879). Profesor de escuela que concibió un nuevo funcionamiento del servicio de correos. Consistía en que el pago lo efectuara la persona que enviaba la carta. Para ello inventó unas "etiquetas engomadas" que se adherían a los sobres, justificando de esa manera el pago del envío.
A continuación unificó las tarifas postales según el peso de cada envío estableciendo un franqueo uniforme de las cartas a un penique, independientemente del destino al que éstas se dirigiesen.
Finalmente, y con anterioridad a al implantación de la reforma postal de Rowland Hill, hubo otros dos ensayos precursores del Sello de Correos, que circularon postalmente: uno, el llamado sobre de Sidney (Nueva Gales del Sur), a fines de 1.838, y otro el famoso SELLO de Chalmers, usado en Dundee en septiembre y octubre de 1.839, probablemente por vía de ensayo.
Por otro lado, la inagotable picaresca de la época inventó unas contraseñas que, los que enviaban las cartas, escribían en los sobres y transmitían las noticias sin tener la necesidad, el que la recibía, de abrir la carta. Así que cuando le entregaban la correspondencia al interesado, éste veía la contraseña y ya sabía de que trataba la carta devolviéndosela al cartero sin pagarla.
La solución a estos inconvenientes la encontró el inglés Rowland Hill (1.795-1.879). Profesor de escuela que concibió un nuevo funcionamiento del servicio de correos. Consistía en que el pago lo efectuara la persona que enviaba la carta. Para ello inventó unas "etiquetas engomadas" que se adherían a los sobres, justificando de esa manera el pago del envío.
A continuación unificó las tarifas postales según el peso de cada envío estableciendo un franqueo uniforme de las cartas a un penique, independientemente del destino al que éstas se dirigiesen.
Finalmente, y con anterioridad a al implantación de la reforma postal de Rowland Hill, hubo otros dos ensayos precursores del Sello de Correos, que circularon postalmente: uno, el llamado sobre de Sidney (Nueva Gales del Sur), a fines de 1.838, y otro el famoso SELLO de Chalmers, usado en Dundee en septiembre y octubre de 1.839, probablemente por vía de ensayo.